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domingo, 14 de febrero de 2016

¿Es mejor dormir solo o dormir con la pareja?

¿Es mejor dormir con la pareja o en camas separadas?...

"Érase una vez un luchador de sumo que ganaba todos los torneos y que era el mejor del reino.
Un día conoció a una mujer, se enamoró de ella y se casó y, tras el matrimonio, empezó a dormir junto a ella, en la misma cama.
Su esposa era muy pequeña y delicada y el luchador de sumo tenía miedo a aplastarla de noche, con lo que, inconscientemente, su cuerpo dejó de moverse durante el sueño, como lo hacía habitualmente.
Tras un tiempo el luchador empezó a perder su 
fuerza y sus combates y ya nunca más fue el mejor del reino"

Lo que se quiere contar con esta historia es que durante la noche el cuerpo realiza movimientos inconscientes de descarga que sirven para relajar los músculos y liberar el estrés y que, si no se dispone de espacio para hacerlos, se está uno privando de esta beneficiosa terapia natural.
Un artículo de la BBC News titulado Bed sharing “bad for your health” hacía eco de los estudios del doctor Neil Stanley, que trabaja en uno de los principales laboratorios del sueño en la Universidad de Surrey, Reino Unido.

Stanley asegura que las parejas sufren un 50% más de problemas a la hora de dormir si comparten la cama.
La investigación revela que dormir mal está ligado a posibles depresiones, problemas de corazón, trastornos pulmonares, accidentes laborales y de tráfico y divorcios, a pesar de que esta relación ha sido ignorada como un aspecto importante para la salud.

Este investigador asegura que la tradición moderna de la cama matrimonial comienza con la revolución industrial, cuando las personas se mudan a ciudades masificadas y no tienen suficiente espacio para vivir.

En la antigüedad era habitual que los matrimonios durmiesen separados.
Incluso en la antigua Roma,
la cama matrimonial se utilizaba exclusivamente para las relaciones sexuales, no para dormir.
Stanley es firme partidario de que se retome la antigua tradición en aras de un mejor descanso y para evitar disputas entorno a los ronquidos, visitas nocturnas al baño, número de mantas que debemos echarnos encima o temperatura óptima de la habitación.
Los partidarios de una activa vida sexual, siempre a favor de dormir en la misma cama, pueden empezar a reconsiderar su postura, desde el momento en que muchos especialistas aseguran que las camas separadas, contrariamente a lo que parezca, pueden avivar el erotismo.
Es la teoría e la sexóloga francesa Ghislaine Paris, autora de varios libros sobre el tema, entre ellos L’importance du sexuel (Odile Jacob, 2013).
Paris afirma, respecto a la rutina de pernoctar cada día junto a la pareja, “llega un momento en el que el acto sexual no lo provoca el deseo real, sino la proximidad. El único objetivo es la búsqueda de la satisfacción”.

El artículo continúa, “en estos casos la sexualidad es el resultado de una oportunidad, un poco como si cogiéramos cada día un bombón de una caja abierta, con la pérdida de entusiasmo que eso conlleva.
El cuerpo del otro está al alcance de la mano, accesible. Paulatinamente el valor de la unión sexual se degrada y el deseo se apaga.
En este sentido, dormir en habitaciones separadas puede reactivar la intencionalidad sexual y poner en marcha la seducción.
Si uno decide visitar la habitación del otro es porque siente deseo y quiere mantener relaciones”.


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